4ºESO 20/21

 







TEMA 1

1.1¿Es el hombre religioso por naturaleza?

ANHELO DE DIOS

    Podría pensarse que los primeros seres humanos que poblaron la Tierra ocupaban toda su existencia en la lucha por la supervivencia. Sin duda, su vida no era fácil. Por eso, en un primer momento resulta extraño descubrir que muchos de los restos arqueológicos que han llegado a nosotros de aquella época indican una búsqueda más allá de preocupaciones inmediatas del sentido último de la vida humana. 

Imagen enterramientos prehistóricos

    De hecho, si nos detenemos a reflexionar, no nos extrañará tanto que aquellos seres humanos se preguntasen por el sentido de su vida, por un «más allá» tras la muerte, o que se asombrasen por la vida desbordante que encontraban a su alrededor. El cielo, las estrellas, los árboles, el fuego…, todo sorprendía a las primeras personas que habitaron el planeta. 

Monumentos religiosos

DIOSES EN LA PREHISTORIA

    La Tierra sería para ellos un regalo constante de sensaciones nuevas, de enigmas. Al entrar en el crepúsculo, la luz solar se extinguía y la mirada del ser humano se posaba en el cielo… y los primeros hombres se sentirían indefensos ante tanta inmensidad. 

La búsqueda de respuestas a estos enigmas es tan antigua como el ser humano. Hoy en día, vivimos tan deslumbrados por el desarrollo tecnológico, que rara vez nos asombramos de la inmensidad del mundo o el misterio de la vida. 

Nos parece que, gracias a los avances científicos, podemos controlarlo todo. A veces solo las enfermedades o las catástrofes naturales recuerdan al hombre de hoy que no es todopoderoso ni autosuficiente. 


Antes o después, todos los hombres nos hacemos las preguntas cuya respuesta dota de sentido a la vida y permite dirigir la propia existencia.


1.2. Las preguntas fundamentales

¿Cuáles son estos interrogantes que todos nos hacemos en algún momento de nuestra vida? Las grandes preguntas que podemos hacernos se refieren a:

• El mundo: ¿Por qué existen las cosas? ¿Quién las ha hecho como son?

Veo el mundo natural que me rodea, las cosas pasan a mi alrededor. Seres vivos e inertes que aparecen, se transforman y desaparecen. ¿Existe algo permanente, fundamento de esa realidad y que dé sentido a un mundo que gira sin cesar?

• El hombre: ¿Quien soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Si me miro en el espejo, veo un ser como los demás. Sin embargo, dentro de mí laten sentimientos y emociones, anhelos y deseos, expectativas y esperanzas. Muchas veces no soy capaz de expresar lo que pienso, pero sé que soy algo más que lo que manifiesta mi persona.

Percibo, además, una voz dentro de mí —la conciencia— que me indica lo que está bien y lo que está mal. ¿De dónde proviene ese imperativo moral que descubro en mi interior y que yo no me he dado a mí mismo?

• El mal y el sufrimiento: ¿Por qué existen el mal, el dolor y el sufrimiento? La vida, a veces, «golpea» con dureza. ¿Por qué tantas veces parecen triunfar los malvados? ¿Por qué sufren los inocentes? ¿Por qué enfermo y muero?

• El «más allá»: ¿Hay algo tras la muerte? Esta cuestión está conectada de manera especial con la del sentido. Solo si hay un horizonte trascendente en la vida del hombre, sus anhelos y deseos podrán ser satisfechos.

Todas estas preguntas, de una manera u otra, nos llevan a la cuestión de Dios. La razón y el corazón humanos se sienten impulsados a encontrar la verdad primera que dé una respuesta definitiva.

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